La fibrosis es una condición que puede afectar gravemente la calidad de vida de quienes padecen linfedema. Es por esto que vamos a ver qué es la fibrosis, los diferentes tipos que existen y cómo se relaciona con el linfedema. Aprender a identificar la fibrosis en cada etapa del linfedema es de vital importancia para su manejo y tratamiento adecuado.

¿Qué es la fibrosis?

La fibrosis es el engrosamiento, endurecimiento o cicatrización anormal de los tejidos del cuerpo. La fibrosis puede surgir como consecuencia de una cirugía, tratamientos médicos como la radioterapia, o como resultado de una lesión o inflamación. La fibrosis puede afectar cualquier órgano o tejido, provocando una pérdida de función y elasticidad en la zona afectada.

Tipos de fibrosis

De los diferentes tipos que hay, nos vamos a centrar en las que provienen del linfedema, sobre todo post cirugía de cáncer de mama. Vamos a hablar de dos tipos: la fibrosis quirúrgica y la linfostática.

  • La quirúrgica

    Con relación a la primera, la fibrosis quirúrgica es parte del proceso de cicatrización.

    Tras la cirugía, una herida pasa por diferentes etapas como proceso de curación, desencadenadas por la inflamación inicial. A las pocas semanas el colágeno se entrecruza formando lo que se conoce como matriz cicatricial  y que hasta su  cicatrización final puede llegar a tardar varios años.

    Este tipo de cicatriz y por lo tanto de fibrosis no sólo es superficial sino que puede llegar a extenderse hasta el hueso y órganos dependiendo del tipo de cirugía. Este tejido cicatricial es duro y carece de flexibilidad pudiendo obstaculizar la circulación linfática, generando linfedema. Esto también puede dar lugar al segundo tipo de fibrosis relacionada con éste y es la fibrosis linfostática.

  • La linfostática

    La fibrosis linfostática a diferencia de la cicatricial es generalmente blanda y grasa.  Es el  resultado de una inflamación prolongada. Cuando el líquido linfático está en estado crónico de retención o estasis linfática, en el primer estadio la linfa líquida puede coger una consistencia densa, gelatinosa, primero inunda luego se acumula y finalmente atrae células grasas que se comienzan a unir a tejidos circundantes.

    Se dedica mucha atención en el tratamiento del linfedema a prevenir y controlar la hinchazón. Pero, a menos que se aborde la fibrosis subyacente y colateral, los tejidos se vuelven más densos. Esto puede convertirse en una bola de nieve y en una mayor obstrucción de la circulación linfática, lo que a su vez puede empeorar el linfedema.

Otros tipos de fibrosis

Además de la fibrosis quirúrgica y linfostática, existen varios otros tipos de fibrosis que pueden afectar diferentes partes del cuerpo. Aunque pueden no estar directamente relacionados con el linfedema, para un mayor contexto sobre la temática, te explicamos en qué consiste cada uno de estos tipos de fibrosis, cómo se forman y cómo afectan al organismo.

La fibrosis pulmonar es una enfermedad en la que el tejido pulmonar se daña y cicatriza, volviéndose grueso y rígido. Esto dificulta el funcionamiento de los pulmones, impidiendo el correcto intercambio de oxígeno. Los síntomas más comunes son falta de aire, tos seca, cansancio extremo, pérdida de peso involuntaria, dolor muscular o articular, y acropaquia (ensanchamiento de las puntas de los dedos).

Las causas pueden variar, incluyendo exposición a toxinas (como polvo de sílice o fibras de asbesto), tratamientos de radioterapia, ciertos medicamentos, y enfermedades autoinmunes. En muchos casos, la causa es desconocida y se denomina fibrosis pulmonar idiopática.

Aunque el daño pulmonar no se puede revertir, los tratamientos pueden ayudar a ralentizar la progresión de la enfermedad y aliviar los síntomas. Estos incluyen medicamentos antifibróticos, terapias de oxígeno, rehabilitación pulmonar y, en casos graves, trasplante de pulmón.

La fibrosis pulmonar puede llevar a complicaciones serias como hipertensión pulmonar, insuficiencia cardíaca del lado derecho, insuficiencia respiratoria y un mayor riesgo de cáncer de pulmón.

Esta condición no está directamente relacionada con el linfedema, pero ambos comparten el problema común de la acumulación de tejido fibroso que afecta la función normal de los órganos.

La fibrosis hepática es la formación de tejido cicatricial en el hígado como respuesta a daños repetidos, comúnmente causados por hepatitis, consumo excesivo de alcohol o enfermedades autoinmunes. Este tejido fibroso reemplaza el tejido hepático sano, impidiendo que el hígado funcione correctamente. Con el tiempo, la fibrosis hepática puede progresar a cirrosis, una condición grave que afecta la capacidad del hígado para desintoxicar la sangre, producir proteínas y metabolizar nutrientes.

El tratamiento se centra en abordar la causa subyacente del daño hepático. Esto puede incluir medicamentos antivirales para la hepatitis, cambios en el estilo de vida como reducir el consumo de alcohol y llevar una dieta saludable, y en algunos casos, medicamentos específicos para reducir la inflamación y la formación de cicatrices. En etapas avanzadas, un trasplante de hígado puede ser necesario. La detección temprana y un manejo adecuado son cruciales para prevenir la progresión de la fibrosis hepática y mejorar la calidad de vida del paciente.

La fibrosis quística es una enfermedad genética que afecta principalmente los pulmones y el sistema digestivo. Está causada por mutaciones en el gen CFTR, lo que provoca la producción de un moco espeso y pegajoso que obstruye los conductos y vías respiratorias. Esta acumulación de moco causa infecciones pulmonares recurrentes y daños en los órganos afectados. En el sistema digestivo, la fibrosis quística puede bloquear el páncreas y dificultar la absorción de nutrientes.

La fibrosis renal ocurre cuando el tejido cicatricial se forma en los riñones, a menudo como resultado de inflamaciones crónicas o enfermedades renales. Este tejido fibroso puede sustituir el tejido renal funcional, lo que lleva a una disminución progresiva de la función renal. Con el tiempo, la fibrosis renal puede resultar en insuficiencia renal, donde los riñones ya no pueden filtrar los desechos y el exceso de líquidos del cuerpo de manera efectiva.

La fibrosis cardíaca es la formación de tejido cicatricial en el corazón, lo que puede afectar su capacidad para bombear sangre de manera eficiente. Puede ser resultado de infartos, hipertensión o miocarditis. Este tejido fibroso puede interferir con la conducción eléctrica del corazón y la contractilidad del músculo cardíaco, lo que aumenta el riesgo de arritmias y falla cardíaca.

La fibrosis peritoneal es una condición en la que se forma tejido cicatricial en el peritoneo, la membrana que recubre el abdomen y cubre la mayoría de los órganos abdominales. Esta fibrosis puede ser resultado de inflamaciones crónicas, infecciones o el uso prolongado de diálisis peritoneal. La acumulación de tejido fibroso puede causar adherencias que restringen el movimiento de los órganos abdominales, lo que puede llevar a complicaciones digestivas y dolor abdominal.

La fibrosis retroperitoneal es una condición rara en la que se forma tejido cicatricial en el área detrás del peritoneo. Esta fibrosis puede obstruir los uréteres, los vasos sanguíneos y otras estructuras retroperitoneales. Los síntomas pueden incluir dolor abdominal y de espalda, problemas renales y dificultades urinarias. La causa exacta de la fibrosis retroperitoneal no siempre es clara, pero puede estar asociada con enfermedades autoinmunes o infecciones crónicas.

La fibrosis muscular se refiere a la formación de tejido cicatricial dentro de los músculos, generalmente como resultado de lesiones, inflamaciones crónicas o distrofias musculares. Este tejido fibroso reemplaza el tejido muscular normal, reduciendo la flexibilidad y la fuerza del músculo afectado. La fibrosis muscular puede causar dolor, rigidez y una disminución en el rango de movimiento, afectando significativamente la calidad de vida y la capacidad funcional de la persona.

La fibrosis cutánea es un endurecimiento y engrosamiento anormal de la piel, que pierde su elasticidad. Puede ser causada por tratamientos como la radioterapia, especialmente en pacientes con cáncer de mama o tumores de cabeza y cuello. Esta condición afecta tanto a la dermis como al tejido subcutáneo, y puede contribuir al desarrollo de linfedema.

El tratamiento de la fibrosis cutánea busca reducir el engrosamiento de la piel y mejorar la circulación linfática. Las opciones incluyen:

  1. Lipotransferencia autóloga: Se extrae grasa del propio paciente y se reinyecta en la zona afectada para suavizar la piel.
  2. Técnica LPG®: Con masajes profundos que estimulan la circulación para mejorar la elasticidad de la piel.
  3. Drenaje linfático manual: Con masajes que favorecen el drenaje del exceso de líquido, aliviando la hinchazón y mejorando la flexibilidad.
  4. Presoterapia: Utiliza una compresión controlada para mejorar la circulación linfática y reducir la retención de líquidos.

Estos tratamientos pueden combinarse con fisioterapia para mejorar los resultados y optimizar la recuperación.

¿La fibrosis desaparece sola?

La fibrosis, una vez que se ha desarrollado, no desaparece por sí sola. La formación de tejido cicatricial es una respuesta del cuerpo a daños repetidos o crónicos, y este tejido fibroso no se disuelve ni se revierte naturalmente. Sin embargo, con un tratamiento adecuado, es posible detener o ralentizar su progresión y, en algunos casos, mejorar los síntomas asociados.

El manejo de la fibrosis depende de su causa subyacente. Por ejemplo, en la fibrosis hepática, tratar la hepatitis o reducir el consumo de alcohol puede prevenir un mayor daño al hígado. En la fibrosis pulmonar, ciertos medicamentos pueden ayudar a ralentizar la progresión de la enfermedad. Además, llevar un estilo de vida saludable, evitar factores de riesgo y seguir las recomendaciones médicas puede ser fundamental para controlar la fibrosis y mejorar la calidad de vida.

En el caso del linfedema, la acumulación de líquido linfático y la inflamación crónica pueden generar fibrosis si no se trata a tiempo. Por eso es muy importante actuar en las primeras etapas con tratamientos adecuados, como drenajes linfáticos, terapia compresiva y tecnologías no invasivas que ayuden a reducir la inflamación y evitar que la fibrosis se agrave.

La relación entre la fibrosis y el linfedema

Se puede asegurar una relación directa entre fibrosis y linfedema ya que todos los pacientes, sin excepción, que padecen linfedema tienen algún tipo de fibrosis.

Por ejemplo, tenemos que en el linfedema hay siempre fibrosis linfostática. Su progresión define  las etapas de la progresión del linfedema.

Földi distingue 4 etapas de evolución del linfedema. Como en la primera etapa o etapa 0 el linfedema es casi imperceptible, normalmente nos enfocamos en las siguientes.

ETAPA 0:

La etapa 0 se suele identificar por bioimpedancia o por imágenes porque es imperceptible. No es visible ni palpable, pero sí que la extremidad empieza a sentirse pesada. También, se la denomina etapa de latencia del linfedema.

En este momento el acúmulo de proteínas y sus estasis empiezan a atraer grasa a la zona y los tejidos empiezan a aumentar de volumen.

Es el principio del cambio fibroesclerótico de los tejidos.

Etapa 0 de la evolución del linfedema

ETAPA 1:

La Etapa 1 denominada Reversible, aún podemos eliminar la inflamación elevando la extremidad. La parte afectada ya aumenta de tamaño pudiendo observar ya diferencia con otras zonas.

La fibrosis linfostática y la fibroesclerosis aumentan. Después de tratar la zona o descargarla, la diferencia de volumen desaparece.

Etapa 1 de la evolución del linfedema

ETAPA 2:

La etapa 2 denominada irreversible. Ya no podemos reducir del todo el tamaño de la zona afectada porque ya encontramos tejido graso.

¿Qué quiere decir esto?, pues que del volumen que hay por ejemplo en un brazo una parte más o menos importante ya no el fluido.  El resto es fibrosis linfostática que se ha formado a partir de la estasis linfática. Ha aumentado la inflamación y la fibrosis linfostática (líquido y grasa) brazo.

Etapa 2de la evolución del linfedema

ETAPA 3:

En la Etapa 3, también denominada Elefantiasis, aquí ya la fibrosis es inconfundible.

En esta fase ya hay deformidades, lóbulos grasos, aparte de la gran inflamación incluso a nivel profundo.  Los papilomas o crecimientos dérmicos también suelen aparecer en esta fase como consecuencia de la mala circulación tanto sanguínea como es la presentación más grave de linfedema y fibrosis.

Etapa 3 de la evolución del linfedema

Ejemplo de progresión de la fibrosis en el tratamiento del cáncer

Tras un tratamiento de cáncer es habitual la aparición de la fibrosis posquirúrgica. Si tras el tratamiento el paciente es tratado con quimioterapia, radioterapia o aparece infección por celulitis la cicatrización se ve dificultada. Esto es debido a que el sistema inmune está deprimido por la medicación, siendo la causa por la que puede aparecer la inflamación como efecto secundario.

Otros factores que inciden están relacionados a las características propias del paciente como la diabetes, la predisposición de los queloides, trastornos en la circulación, edema antes de la intervención, etc. También, afecta cómo se realiza la cirugía, en una o en varias etapas, el tipo, la posterior reconstrucción.

Es por esto que la cicatrización posquirúrgica se ha de tratar desde el principio mejorando la circulación, evitando la debilidad del tejido para evitar que se desarrolle la fibrosis linfostática y el linfedema.

Tratar la fibrosis de forma temprana tiene un impacto positivo en el paciente ya que afecta a la progresión de la fibrosis tanto quirúrgica como linfostática.

Tratamiento para la fibrosis ¿Cuándo empezar a trabajar sobre el linfedema?

Es muy importante realizar una actuación temprana de la fibrosis en el paciente, por esto la respuesta es sencilla. Cuando tratas de manera temprana el linfedema estás actuando sobre la frontera de ser reversible a irreversible. Entonces, ¿cuándo hemos de empezar a trabajar sobre el linfedema? Pues antes de que aparezcan los síntomas, si es posible se recomienda la actuación temprana de la fibrosis en el paciente.

La intervención temprana afecta la progresión de la fibrosis tanto quirúrgica como linfostática. El tratamiento de la fibrosis quirúrgica puede afectar el proceso de endurecimiento de la cicatriz. Lo que, a su vez, disminuye la obstrucción linfática que puede empeorar el linfedema. El tratamiento del linfedema disminuye la estasis linfática, lo que reduce el desarrollo de fibrosis fibroesclerótica.

Aunque el tratamiento temprano produce los mejores resultados para la fibrosis quirúrgica y linfostática, todavía hay oportunidad de cambio incluso después de varias décadas. Por ello, abordar el linfedema y la fibrosis puede generar mejoras e impactar la progresión de los síntomas.

Cómo afecta el linfedema y beneficios de tratar la fibrosis de forma temprana

El aumento de volumen debido al linfedema y a la fibrosis puede llegar a incapacitar al paciente en su vida cotidiana, restringiendo movimientos, generando dolor etc. Por ejemplo:

  • Aumenta la falta de movilidad de la extremidad, en caso del brazo incapacita para poner la chaqueta o coger algo de una zona alta por imposibilidad de alzarlo lo suficiente.

  • Si se trata de la mano, impide cerrarla de manera adecuada con lo que disminuye la capacidad de agarre, sujeción y destreza.

  • Cuando hablamos de linfedema en la pierna, puede imposibilitar hasta el caminar, por limitar el movimiento en general y el equilibrio provocando caídas.

¿Qué tipo de impacto tiene el tratamiento temprano de la fibrosis en el paciente?

Para prevenir el desarrollo del linfedema y fibrosis es imprescindible que el paciente se conciencie y aprenda a reducir factores de riesgo:

  • Proporcionando recursos y programa domiciliario el paciente podrá tener autocontrol de síntomas.

  • Seguir un tratamiento descongestivo completo (DCT) con el que controlar los síntomas de linfedema.

  • Reducir o tratar la fibrosis mediante diferentes terapias reduce y previene la progresión del linfedema.

  • Para evitar posibles infecciones por celulitis hemos de tratar el linfedema de forma temprana.

  • La reducción de linfedema y fibrosis da como resultado una mejora en la función física, movilidad y deambulación. Un paciente seguro aumenta la actividad física.

  • También es importante la acción sobre la imagen personal del paciente afectado que a menudo puede resultar vergonzoso el volumen de la extremidad afectada por linfedema.

Presoterapia en el tratamiento de la fibrosis en el linfedema

Cuando hablamos de linfedema, especialmente en pacientes que han pasado por una cirugía de cáncer de mama, como la mastectomía, la fibrosis quirúrgica y la linfostática son complicaciones comunes. En estos casos, la presoterapia se presenta como un tratamiento recomendado para abordar ambos tipos de fibrosis, actuando de manera efectiva tanto en la fase temprana como en etapas avanzadas.

La fibrosis quirúrgica surge como resultado del proceso de cicatrización después de la cirugía. La acumulación de tejido fibroso puede endurecer las cicatrices, restringiendo la movilidad y afectando el drenaje linfático. En este punto es donde la presoterapia, utilizando dispositivos médicos como Lympha Press, ayuda a reducir la inflamación y mejorar el flujo linfático, lo que disminuye el riesgo de formación de fibrosis o ayuda a suavizar el tejido cicatricial ya existente.

Por otro lado, la fibrosis linfostática se desarrolla debido a la estasis linfática que acompaña al linfedema. Al no tratarse adecuadamente, la acumulación de líquido linfático provoca que los tejidos se endurezcan y formen tejido fibroso. En este escenario, la presoterapia puede ser de gran ayuda. Con una máquina de presoterapia como Ballancer, se puede aplicar una presión controlada sobre las áreas afectadas, favoreciendo el drenaje y reduciendo el avance de la fibrosis.

Además de su eficacia para prevenir y tratar la fibrosis, la presoterapia mejora la movilidad, reduce el dolor y ayuda a recuperar la funcionalidad de las extremidades afectadas, mejorando así la calidad de vida de los pacientes.

Iniciar este tipo de tratamiento de manera temprana puede marcar la diferencia a la hora de evitar que la fibrosis y el linfedema progresen a etapas irreversibles.

PRESOTERAPIA

Ballancer®

Máquinas profesionales para clínicas de medicina estética, centros de belleza e incluso para utilizar en casa.

PRESOTERAPIA

Lympha Press®

Máquinas de uso médico, presentes en hospitales, clínicas especializadas, centros médicos y tratamientos domésticos.

¿Cuál es el impacto de la fibrosis posquirúrgica en el organismo?

La mayoría de las personas que padecen cáncer de mama necesitarán pasar por el quirófano, lo que dará como resultado una cicatriz. Este tejido cicatricial ya constituye una fibrosis que impedirá la circulación normal de la linfa, la cual se empezará a estancar. Si se extirpan ganglios linfáticos, aún se genera más congestión.

Hemos de tener en cuenta que la gravedad de la cirugía, la existencia de quimioterapia o radioterapia previa, quién realiza la intervención etc, son factores que pueden agravar el proceso de cicatrización.

Las etapas de la cicatrización de heridas:

  • PRIMERA ETAPA:

    Entre 24 y 48 horas después de la cirugía comienza la inflamación de la zona, primera etapa. Esta inflamación puede durar semanas o meses, en ella, los neutrófilos eliminan las bacterias que puede haber en la herida. Cuando está limpia ya crece tejido para cerrar la herida. La hinchazón y la inflamación son una parte del proceso, alcanza su punto máximo entre 2 y 4 semanas después de la cirugía. La inflamación puede ser más profunda y persistente si ya había antes de cicatrizar.

  • SEGUNDA ETAPA:

    La segunda etapa o de proliferación comienza aproximadamente 3 semanas después. En esta etapa el tejido cicatricial crece como consecuencia del cierre de la herida. Este tejido continúa creciendo incluso hasta 2 años después de la cirugía y es una parte imprescindible de la cicatrización.

¿Qué determina la gravedad de la fibrosis posquirúrgica?

Una cicatriz puede ver alterada su curación si existen factores como la hinchazón o inflamación tras la cirugía. Estos incluyen comorbilidades como diabetes, condiciones circulatorias o autoinmunes. La predisposición genética a formar queloides, el uso de medicamentos, según que quimioterapia, padecer diabetes o enfermedad autoinmune, algunas alteraciones circulatorias, infección postquirúrgica… pueden generar inflamación, lo que empeora la cicatrización ya que la ralentiza y puede dificultar el proceso.

Si no tratamos el linfedema posterior a la cirugía, puede provocar la fibrosis linfostática. Recordemos que es aquella provocada por el estancamiento linfático formado por grasa o tejido adiposo.

¿Qué es la fibrosis inducida por radiación?

La radioterapia que se utiliza para tratar el cáncer altera la composición de los tejidos. Estos se vuelven delgados, endurecidos y de mayor fragilidad.

Alrededor de una cicatriz postquirúrgica se puede crear tejido más duro y denso si aplicamos radiación. La cantidad de lesión que se genere dependerá del tipo, duración, de la cantidad e intensidad de la radiación además de la ubicación.

Otros factores a tener en cuenta son la sensibilidad de la piel del paciente, su densidad, etc.

Hemos de tener en cuenta que además de los problemas a nivel de la fibrosis esta radiación puede tener otros efectos secundarios como osteoporosis, problemas cardíacos incluso pérdida de piezas dentales.

  • Fibrosis y cordón

    Hay una forma de fibrosis, que además de todo lo hablado anteriormente, es dolorosa e incapacitante es el denominado síndrome de red axilar o cordón. Pueden formarse por el endurecimiento de vasos linfáticos y venas pequeñas. Suelen encontrarse entre el codo y la axila, aunque también pueden ir hacia el tronco o la mano. Se aprecia al tacto bajo la piel como una o varias cuerdas

    La sensación del paciente es de un dolor y opresión que tira ya sea de la axila como del brazo. Normalmente, el paciente con cordón pierde movilidad en la extremidad afectada, imposibilitando movimientos tan normales como peinarse o levantar el brazo por encima de la cabeza. Es poco habitual, pero en ocasiones, desaparecen ellos solos. Y aunque no se da siempre, sí que se da con la suficiente frecuencia como para que se le pueda identificar y tratar.

  • Opciones de tratamiento de fibrosis para pacientes con cáncer de mama

    Hemos de recordar que el estancamiento linfático puede crear fibrosis linfostática. La congestión provocada por el aumento de linfa puede llegar a oscurecer el tejido que ha cubierto haciéndolo más difícil de tratar. Comienza un círculo vicioso en el que el estancamiento crea fibrosis, la fibrosis empeora la circulación linfática estancándola aún más y así sucesivamente.

    Hemos de tratar la zona de forma completa para descongestionarla con drenaje linfático manual, compresión mecánica y uso de prendas compresivas, ejercicios de movilización que aumentarán la circulación linfática, cuidar la piel etc. Este tipo de tratamientos tienen resultado sobre la fibrosis ya que, si deshinchamos la zona, rebajamos la posibilidad de linfedema y de fibrosis.

    Después de la cirugía y del tratamiento con radioterapia los tejidos son más vulnerables y aunque el linfedema y la fibrosis van juntas, un tratamiento demasiado intenso es poco recomendable sobre estos tejidos.

    Mientras que el cuerpo se recupera y sana se han de hacer tratamientos suaves, pudiendo ser a más largo plazo si también han recibido quimioterapia para así permitir al sistema inmunitario que se recupere antes de pasar a tratamientos agresivos para eliminar la fibrosis.

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